Eran las 16 hs y Mila nos preguntaba insistentemente si ya podíamos ir a el cumpleaños de dos de sus mejores amigas de jardín. Papa y yo pensábamos en lo abrumador de los ruidos y gritos, pero nos sentamos con ella, haciėndole saber que ante cualquier sobrecarga, podíamos salir a descansar.

Llegamos una hora mas tarde de la hora de inicio, todo estaba como cualquier cumpleaños, divertido por supuesto. Uno de los padres de las cumpleañeras nos invitan a la mesa de los adultos, sabiendo que uno de nosotros iba a quedarse en vigilancia. De repente nuestra hija queda quieta en un rincón muy alto de un espacio de juego. Aparece en escena uno de los niños mas inquietos del curso, Bautista, quien la agarra de la mano lentamente y la conduce hasta un lugar seguro. Baja con lagrimas en los ojos pero sabiendo que podia irse cuando quisiera.

Juega y baila con sus amigos, los padres presentes le brindaban espacio, colaboración y paciencia que permite que ella disfrute y nosotros relajemos y festejemos y bailemos junto a los niños. De repente, mama y papa bailábamos porque ese momento había llegado, esperamos 5 años, bailábamos con el apoyo de todos, y ellos bailaban también. Y Mila había dado otro paso mas, que aunque con miedo sea, la lleno de felicidad.

Disfrutar de un cumpleaños es algo dado tan fácilmente para algunos, pero a ella le llevo mucho tiempo, y a nosotros aun mas. Porque seguimos ahi acechando para que todo sea mas fácil.

La frutilla de la torta, cuando algunos papas venían a abrazarme, fuerte, porque aunque no dijéramos nada, todos veían que MILA ESTABA FELIZ Y DISFRUTANDO.

Que hicieron los papas que organizaron ese cumpleaños? Prohibieron micrófonos, silbatos, gritos de animadores, y cuando pusieron luces y música para bailar, lo hacían hasta donde Mila podia disfrutarlo. Si eso la incomodaba, se cortaba automáticamente.

Fue magico, es difícil dimensional lo que fue para nosotros el día de ayer.